¿Hay una espiritualidad misionera? Apenas miremos la actividad misionera nos daremos cuenta que hay miles de espiritualidades en la comunidad cristiana, y muchas de ellas se han formado al calor de las distintas partes del mundo y en los variados momentos de la historia.

La acción misionera lleva la novedad del Evangelio a toda la humanidad, "hasta los confines del mundo" como pide Jesús. Esto le ha mostrado a la Iglesia las inmensas diferencias entre los grupos humanos. No hablan los mismos idiomas, la manera de escribir pasa de las letras propias en un lado a los ideogramas en otras comunidades. Cambian la manera de comer, la forma de cubrirse el cuerpo, la organización familiar, el modo de curarse de las enfermedades. Incluso es distinto el humor, pues es fácil comprobar que no se ríen de lo mismo los que viven en los llanos que los que habitan en la montaña.

La espiritualidad es una manera determinada de enfrentarse a la condición humana, es decir, cómo el ser humano se hace cargo de la vida cotidiana para vivir nuestra su dignidad básica: ser libre, vivir en familia y formar parte de la ciudadanía. La espiritualidad es la manera como el hombre asume su fin último. Pues todos sabemos que hay finalidad en la vida, y Jesús nos salva con su gracia y nos enseña a vivir en dignidad para ese fin último.

Tipificación de las espiritualidades

No hay una sola espiritualidad en la Iglesia. En ninguna religión del mundo encontramos que tengan una espiritualidad única. La espiritualidad es una actitud mental para atender la dignidad y el fin último de la condición humana. Esta actitud es tan variada dentro de las religiones como dentro de las comunidades y también en las familias. En un mismo núcleo familiar, aunque tengan muchas actividades en común, aún las religiosas, sin embargo las mentalidades son distintas. Puede haber un padre taciturno, con una madre muy activa, y los hijos salirles uno conversador, otro muy estudioso, uno más laborioso que comunicativo. Son la misma familia, pero sus espiritualidades pueden ser muy distintas.

Lo mismo sucede hacia el interior de las religiones y de toda la humanidad. Por eso, si somos misioneros no podemos ir con una espiritualidad, sino que tenemos que atender a las variadas mentalidades que encontraremos dentro del mismo territorio.

La realidad de tantas espiritualidades provoca desconcierto entre los misioneros. Por eso, para hacer bien la tarea, no se puede realizar ninguna acción misionera sin una preparación previa, que posibilite anunciar, con autenticidad y respeto, la Vida eterna y la libertad de los hijos de Dios, que el mismo Padre Eterno concede a todos.

Es imposible conocer todas las espiritualidades, pero las podemos tipificar en tres grandes grupos: de acción, de amor y de conocimiento. Veremos algunas características de cada grupo, pero teniendo en cuenta siempre que cada categoría no es excluyente de la otra sino que se pueden dar mezcladas en cada grupo humano y en cada religión. Intentamos ver la obra del Espíritu en la humanidad, sin perdernos y sin herir la maravillosa multiplicidad de espiritualidades.

Características de las espiritualidades

Hay personas, y grupos humanos, que desarrollan su condición humana adoptando como modelo una o varias imágenes. Puede ser de Cristo, de la Virgen y los Santos. Estas imágenes obran por afuera de las personas atrayéndolas, por dentro de las personas inspirándolas y por arriba de las personas mediante la intercesión y la orientación. Llamamos a esta tipología de acción, porque estas espiritualidades se verifican en los rituales, procesiones, y especialmente en las obras de caridad.

Otra tipología se refiere al Absoluto, a Dios, como el misterio oculto en el alma humana. Este misterio se puede descubrir y hacerse efectivo por el amor, y se puede llegar a una relación personal, mediante el diálogo. Este diálogo con Dios, en el contexto religioso, lo llamamos oración. En este caso Dios no es un atrayente y orientador del alma humana, sino también el constitutivo de esa alma. No se puede vivir ni ser sin ese amor, sin el descubrimiento de la Persona divina. Este tipo de espiritualidad sostiene algunas de las obras de misericordia espirituales, por ejemplo, perdonar al que nos ofende o consolar al triste.

La tercera tipología espiritual es la que reafirma el pensamiento y la intuición. En la fe cristiana, este camino se fundamenta en el en el Bautismo, en el cual somos sumergidos en Dios Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es cuando se comprende, dentro de las limitaciones de la mente humana, que en Dios "vivimos, nos movemos y existimos", como les enseñaba el Apóstol Pablo a los griegos. Las espiritualidades de este grupo quedan bien expresadas en las obras de misericordia que dicen "enseñar al que no sabe" o "dar buen consejo al que lo necesita".

Espiritualidades misioneras

Nos damos cuenta que podemos hablar de muchas espiritualidades misioneras, y que pueden ser variadas en los grupos de quienes van a evangelizar y como en la gente que recibe el anuncio. Esta situación pide que los misioneros se formen cuidadosamente en el conocimiento del ser humano, y practiquen esos conocimientos ya entre los que serán parte de la acción misionera. Para este fin, un diálogo fraterno y maduro es indispensable.

Otro aspecto se refiere a la diferencia entre espiritualidad y religión. La religión abarca muchísimas formas de espiritualidad. Podemos decir más, dado la espiritualidad es una forma de vivir que impregna todo lo que el hombre hace, cualquiera sea su condición y sus circunstancias, la tarea religiosa misionera es alentar esa actitud humana. Este es uno de los sentidos de la misión de Jesús: "He venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia" (Juan 10,10). La finalidad de la religión es cobijar y animar la espiritualidad del hombre.

Un último aspecto, no menos importante. Demos gracias a Dios, que en su infinita bondad y amor, nos ha dado tal variedad de espiritualidades. De esta manera ha facilitado el camino para que todos podamos, desde nuestro carácter y condición, llegar a ese fin último de la vida, toda bienaventuranza y plenitud.

Pbro. Horacio Varela Roca

Fuente: OMP Argentina