“La misión de Cristo Redentor, confiada a la Iglesia está lejos de cumplirse. A finales del segundo milenio después de su venida, una mirada global a la humanidad demuestra que esta misión se halla todavía en los comienzos y que debemos comprometernos con todas nuestras energías en su servicio.” (RM 1). Teniendo en cuenta la situación del mundo en materia de evangelización, la Iglesia católica dedica el mes de octubre a las misiones con el objetivo de despertar el espíritu misionero de los fieles. Es un mes cuyo fin es concientizar a los bautizados de que, la evangelización es tarea de todos. Tal como Cristo mandó a los apóstoles hacia las fronteras a predicar el Evangelio, así sigue enviando a la Iglesia a difundir la fe en Él a los pueblos de cada generación. Pues, la evangelización siempre es la razón de ser de la Iglesia.

La misión ad gentes tiene en sí una tarea inmensa que, de ningún modo, está y estará en vías de extinción. Es importante notar que, el origen evangelizador de la Iglesia se remonta al mandato que Cristo hizo a los apóstoles: “vayan y hagan discípulos a todos los pueblos y bautícenlos para consagrarlos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo” (Mt 28,19). Esta es la misión de la Iglesia, su por qué y su para que, su sentido y su finalidad, y si por algún motivo dejará de hacer y existir dicha misión, ella misma dejaría de tener sentido y finalidad. El mandato misionero de Cristo hace que la misión evangelizadora de la Iglesia sea permanente e ininterrumpida y una dimensión de su naturaleza que jamás bajo ningún motivo puede ser puesta en paréntesis; pues se trata de una actividad primaria de la Iglesia, esencial y nunca concluida (cfr. RM 31).

El mundo aproximadamente cuenta con alrededor de 7,397,835,935 de habitantes, de los cuales 2,152, 250,473 personas son cristianas en todo el mundo, es decir, el 31.43% de la población mundial. Los católicos son 1, 146, 806,617 personas en todo el mundo, quiere decir, el 16.77%. El análisis de esas estadísticas muestra que verdaderamente la misión de Cristo todavía está lejos de cumplirse. No hay lugar a dudas que la gran mayoría de la población mundial no conoce a Cristo y su Evangelio. Se trata de “pueblos, grupos humanos, contextos socio-culturales donde Cristo y su Evangelio no son conocidos, o donde faltan comunidades cristianas sufrientemente maduras como para poder encarnar la fe en el propio ambiente y anunciarla a otros grupos” (RM 33). Fuera de eso, existe tambien otra realidad de los cristianos que ya recibieron la fe cristiana, viven en ambiente cristiano y provienen de comunidades cristianas maduras pero por varios motivos “han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio” (RM 33). El número de los alejados de Cristo y de la Iglesia se aumenta con velocidad. En este caso, la nueva evangelización es la misión que se realiza para que los exfieles puedan volver a sentir la presencia de Cristo en su vida y en la Iglesia.

Ante este contexto, el mes de octubre recuerda a todos los cristianos-católicos acerca de su compromiso misionero. La evangelización no es exclusivamente una tarea de la jerarquía de la Iglesia, sino que un deber que Jesucristo confiere a todos sus seguidores. Para ello, octubre misionero brinda la oportunidad para que las iglesias locales animen y concienticen a los fieles acerca de su compromiso evangelizador. La misión siempre es de Dios. Así que, en el mes dedicado a las misiones la Iglesia universal ora al dueño de la mies para que mande operarios a su mies. Asimismo, se realiza la animación misionera tanto para la misión ad gentes como para la inter gentes , con el fin de suscitar entre los fieles el ánimo de salir de su propio ambiente hacia otras tierras en pro de predicar la Buena Nueva. Animan también a los fieles católicos para que apoyen espiritual y materialmente, sobre todo, a los misioneros que directamente están en lugares de misión ad gentes .

Así pues, la esencia de octubre misionero es sensibilizar a los cristianos católicos que la misión evangelizador les incumbe a todos. Cada uno a través de sus dones y talentos contribuye a la predicación del mensaje salvífico de Cristo a los demás. Por el bautismo, los cristianos automáticamente se hacen misioneros y misioneras de Jesucristo. El Señor Jesús envía a todos los bautizados a predicar la Buena Nueva que sólo se da en Él. Por eso, el mandato misionero de “vayan y prediquen a todos rincones de la tierra” no tiene distinción; se aplica a todos los seguidores del Salvador del mundo.

P. Lawrence Ssimbwa, imc